Querido Iñaki,
Su voz y su persona son elementos totémicos en nuestra casa. Cuando coincidimos en la cocina con su espacio de opinión en la CADENA SER se para todo. Se hace el silencio, más que oirlo, se le escucha. Es más, alguna vez tomo apuntes que les llevo a mis alumnos de la clase de Filosofía para que la analicen y aporten sugerencias. Como aquella frase tan palmaria que usted pronunció hace meses: "Dos mentiras dominan hoy el mundo: fácil y gratis".
Desde que usted anunciara la legalización del Partido Comunista de España, el sábado santo de 1977, usted forma parte de nuestra iconografía comunicacional. A pesar de tantos mensajes de odio del separatismo madrileño y de su simétrico, el separatismo catalán, usted se ha convertido en un privilegio para este país y para su periodismo. Se ha convertido en el metrónomo de la prensa española, que por cierto, tiene unos niveles preocupantes de privatización y dependencia de los muy poderosos y de penetración de capital financiero extranjero, que en otro país serían inaceptables. Sin embargo, hoy, primero de abril, en su alocución matinal, le ha faltado EL NIVEL, el punto que tanto le caracteriza.
En mi familia, cuando hablamos del "nivel", nos estamos refiriendo a un utensilio que usan los paletas. Mi padre, ferroviario, hacía horas para "aprovechar", en la fábrica del plástico, de payés, y los domingos también en la construcción. Así fue cómo durante el verano de mediados de los años sesenta, aprovechando su mes de vacaciones, nos lanzamos a enlosar nuestro piso. Por aquel entonces emprender esa tarea y contratar a un albañil significaba un dispendio de unas 60.000 pesetas. Para nosotros era inasumible y lo tuvimos que hacer por nuestra cuenta. Mi hermano Antonio y yo aprendimos a hacer la mezcla (portland, arena y cal, horadando en medio con agua y usando la pala para remover). Y también entendimos la gran importancia del NIVEL: una especie de cajita rectangular con un tubito de líquido con una burbuja en medio. Justo en el centro estaba delimitado por dos rayitas. Si se desviaba significaba que el suelo se inclinaba y no quedaba llano.
Pues, a lo que iba. Considero que a usted, hoy le ha faltado echar mano del nivel. Aunque sólo sea una brizna. Y eso no es propio de usted cuyo manejo del lenguaje castellano me maravilla, su precisión diamantina me conmueve. En su intervención señala que la crisis del virus este que todo lo desnuda será larga, pero que, mientras en otros países ha servido para cohesionar y unir, aquí no, como el duelo a garrotazos de Goya. Y en torno al minuto tres usted ha proferido una expresión que me ha disgustado, porque creo que le ha faltado su finezza habitual. Le ha faltado esa eufonía tan necesaria de su "FONOS", como diría el profesor Emilio Lledó. Ha reprochado al gobierno: "que no comparte con nadie"...sus decisiones.
Un melómano como usted lo entenderá perfectamente. En ese ejercicio de ponderación tan habitual en usted, hoy yo esperaba escuchar un violín, y , en cambio, me ha sonado a una nota de trombón. Ha sido, sí, breve, pero, a mi entender, elocuente.
Ya llevo días escuchando en su emisora mensajes como la necesidad de un gobierno de concentración. Eduardo Madina lo dijo muy claro: "¡Si no es en este momento, no sé cuándo podrá ser!" Y yo me malicio que el Sistema de la Castellana, el grupo de presión más poderoso en España, no es ajeno al tipo de intervenciones que se están prodigando en la cadena en la que usted trabaja. Y también sospecho que sectores aún muy poderosos del PSOE están aprovechando la ocasión para así quitarse de en medio el peso específico de lo que representa Unidas Podemos, formación a la que me siento vinculado.
En una crisis colosal, en una situación tal que parece de un film de acción en la que los artificieros estan intentando desactivar una bomba (sanitaria y social) ¿es posible un clima de negociación parlamentaria? ¿Con ministros y ministras confinados? ¿Con una derecha más parecida a la golpista CEDA? ¿Se puede comparar este clima al que precedió a la firma de los pactos de la Moncloa?. Estamos en una experiencia de ensayo y error propia de las situaciones únicas, en la que la moraleja de Prometeo (de desconfianza en la tecnología cuyas consecuencias no alcanzamos aún a evaluar a escala planetaria) se hace más evidente que nunca. El año en que estalló Chernòbil, Ulrich Beck publicó su "Sociedad del riesgo". Un riesgo causado precisamente por el avance de la tecnología, las concentraciones humanas, en el que la ciencia ha jugado y ha actuado como vector causante, pero también en que el conocimiento, la ciencia , y su comunidad científica, también tienen la llave para salir del atolladero. Es una contradicción, pero cuya complejidad tenemos que conjugar.
¿A quién debe escuchar el gobierno, en este momento crítico, a la derecha montaraz y separatista o al panel de científicos? ¿Más a la CEOE que a los sindicatos confederales como parece en esta ocasión?
En definitiva, esa expresión que usted ha utilizado "no comparte con nadie" ha sido un zambombazo que ni usted ni su trayectoria se merecen, ni tampoco un gobierno, que tiene ante sí las raspas del pescado de los recortes.