Trescientos cincuenta años y tres meses han pasado desde que se autoritzó legalmente la versión completa de la pieza cómica de Molière. Tuvieron que pasar cinco años para que se levantara la censura. El personaje Tartufo describió de manera tan excelsa un perfil de conducta que este nombre es utilizado ahora en el Diccionario de la Real Academia Española para definir a la persona hipócrita y falsa. Hoy se nos antoja de una inocencia y candidez arrebatadores porque los tiempos han cambiado y los medios de comunicación se han vuelto más sutiles, o tan avasalladores que los hemos "normalizado". Pero no estamos muy lejanos en sus efectos.. Miren en Francia, al gran Tartufo de Macron y de su partido, que tiene sus mismas iniciales. Allí ha conseguido, como dicen algunas lenguas viperinas, que un apaño de lo más versallesco pase por ser una historia de amor romántico, con matrimonio incluido. Todo a mayor gloria de los poderes mediáticos y financieros, y de la sacrosanta ESTABILIDAD, sólo perturbada por ese movimiento "sucio y primitivo" de los Gilet Jaunes, que no entienden de modernidades.
Aquí tenemos a Pedro Sánchez, cuyas siglas también coinciden con el PS; no se sabe muy bien si es el partido de Pedro Sánchez o el Obrero y el Español.
Al escribir esta obra, Molière ataca un bastión muy influyente: los falsos devotos. Entre ellos se encuentran hombres religiosos sinceros pero también manipuladores conscientes del poder que puede proporcionarles su devoción. Este segundo grupo es el que el autor ataca. Con la situación doméstica que Molière desarrolla en el Tartufo quiere reflejar al mismo tiempo la situación política en Francia: Luis XIV, monarca absolutista de poder no discutido (comparable al de un padre de familia), estaba rodeado de una serie de personas que se dieron cuenta de que la única manera de mandar en Francia era acercarse al rey e influirle, presentándose como personas de pleno sentir religioso y moralidad intachable.
Durante las semanas previas a la sesión de investidura hemos visto desfilar muchos registros del tartufismo. Y la función continua...Desde la melindrosidad cuasi jadeante de la vicepresidenta Calvo, que de forma zafia ha permitido, por acción o por omisión, la falsificación de documentos de Podemos, hasta los mohínes sobreactuados y sincopados del Presidente Sánchez. Además de unas canas convenientemente instaladas.Rajoy se las teñía y PS, como el joven Felipe González, se las añadía.
Tartufo se aprovecha de la beatería dominante. Hoy esa corte de devotos no es tanto respecto al ámbito religioso, sino a los conceptos totemizados como ESTABILIDAD, GOBERNABILIDAD, BLOQUEO, IZQUIERDA, PATRIOTISMO, CENTRALIDAD. Quien es capaz de ganar esa posición tiene mucho terreno ganado a la hora de TARTUFEAR valiéndose de los medios de comunicación, que tienen miedo del FULGOR IMPUGNATORIO que simbolizan UNIDAS PODEMOS, ante los estragos de la crisis a la que nos hemos adaptado como enfermedad crónica, a la que llamamos "democracia poscrisis".
Si no con ese nombre, el TARTUFISMO es una actitud que siempre se ha dado cuando se han producido disputas para conseguir el poder. Desde el discurso ante la tumba de César, por parte de Marco Antonio, hasta nuestros días. En Cataluña, todo el PROCÉS está impregnado de esa hipocresía e impostura. Tenemos un maestro consumado, el ex vicepresidente Junqueras, que, además de dominar la técnica ciceroniana de la CAPTATIO BENEVOLENTIA, ha añadido otros utensilios del politiqueo, de tradición muy vaticanista, como la del cardenal Mazarino, "simula y disimula". Ha sido tal su influencia que ha sido capaz, como ventrílocuo, de transfigurar a su criatura, GABRIEL RUFIÁN: de ser el MÍSTER HYDE de twitter a convertirlo en DR. JEKILL, "hombre de Estado" equidistante entre Podemos y el Partido Socialista, tan centrado y centrista que ni él mismo se reconoce. Esquerra Republicana, con su TARTUFISMO ha conseguido hacer pasar por izquierda lo que no es más que una inicial histórica en sus siglas. Y le ha funcionado, puesto que ahora es hegemónica dentro del independentismo.
Quien usa el tartufismo no alberga buenas intenciones. Pero el PSOE lo vuelve a intentar. O eso parece, con su voluntad de convocar elecciones para noviembre para domeñar a los socialdemócratas sobrevenidos de Unidas Podemos.
Me parecen transitables todas las opciones que se han barajado. Las del maestro Nicolás Sartorius, la del candidato a las primarias del PSOE, Pérez Tapias, las de Alberto Garzón, las de Teresa Rodríguez, de Adelante Andalucía. Y también las que han propuesto la cúpula de la dirección de Podemos. Sin embargo, el PSOE, al igual que ERC en Cataluña, sus siglas tienen más significante que significado. En una democracia tan lastrada de la retórica militarista y patriótica de su pasado colonialista ruinoso,
como bien señala Josep M.Colomer en su libro "España: la historia de una frustración": "Al carecer de las bases institucionales y culturales de un estado nacional sólido, el régimen democrático establecido desde fines de los años setenta se basa en unos partidos políticos oligárquicos que tienden a producir gobiernos minoritarios y decisiones excluyentes". Josep M. Colomer no es un radical,más bien al contrario, y sabe que en España, el centro de la vida política no es el Parlamento, como la democracia británica, sino el poder ejecutivo. Quien lo detenta, se queda con casi toda la herencia, como también pretendía el personaje de Molière.
NO, Ya no. El PSOE no le teme al sorpasso de un movimiento reivindicativo, de recuperación de derechos, que ha surgido de las clases medias empobrecidas, y al cual lo votan incluso legionarios destacados en Afganistán. Pero sí teme no poder perímetrarlo convenientemente para que no se salga de la reserva india de la izquierda real. El PSOE no quiere la sumisión perruna de PODEMOS. Tampoco la humillación le conviene. Más bien le interesa una subordinación posicional de largo recorrido, y por eso confía en el poder de disuasión de las encuestas y en su campaña electoral permanente desde hace un año. TARTUFEANDO...
Pero no se trata de las siglas de Unidas Podemos. Es la realidad la que impugna la actitud del PSOE. Como indica la inspectora Manuela Mauri, personaje de la última novela de un autor tan comedido y "centrista", como Lorenzo Silva, en tándem con Noemí Trujillo: "El sistema está creado para que no se pueda salir de él". Y eso, Unidas Podemos, aunque tímidamente, lo intenta. O cuando dice que estamos "en un país donde la gente se queda colgada de la brocha a los cincuenta y con hipoteca e hijos sin emancipar"... Ése es el peligro,el del incendio que quiere controlar el PSOE, el de la gente real, en un bosque centrista que quiere hacernos creer el PSOE, antes, con Susana Díaz y ahora con Pedro Sánchez. Sólo ha cambiado la cara.
El PSOE ha llevado las negociaciones del paripé a tutti colori, como un show de GRAN HERMANO, siempre teniendo claro que todo se hacía ante las cámaras para, con su poder mediático, hacer bascular la opinión pública con sus nominaciones al malo. Eso sí, se podrá hacer "edredoning" en los gobiernos regionales, pero no en el gobierno del Estado. El gobierno a la portuguesa o a la danesa es otro trampantojo en la opción estratégica del turnismo psoecialista.
El PSOE necesita de una izquierda pero con un techo de cristal del 10%. La necesita porque tampoco se fía de sí mismo. Manuel Azcárate lo revive con amargura en sus memorias, muy recomendables, por cierto: el PSOE encarceló a los que se negaron a entregar las armas en el sitio de Madrid, aún a sabiendas que cuando llegaran las tropas franquistas ello les supondría el fusilamiento inmediato.
A los de UNIDAS PODEMOS les digo lo siguiente: Apuntáos Pablo y Alberto, los cuatro pasos de Antoni Gutiérrez Díaz: UNIDAD, ORGANIZACIÓN, MOVILIZACIÓN, NEGOCIACIÓN. Aplicáos ese test en esta encrucijada. ¿Tenemos unidad? Yo creo que no. Las últimas elecciones municipales y regionales han dejado mal sabor de boca entre ambas organizaciones en muchas localidades. ¿Tenemos Organización sólida? Tampoco. No me extendré. Mucho verticalismo del líder sin filtros intermedios ni reflexión ordenada. ¿Movilización? De forma puntual y en algunos asuntos, pero sin unidad ni organización la movilización no tiene objetivos ni tácticos ni estratégicos, más allá de reclamar la república, cosa que yo comparto. ¿Negociación? Sin los tres factores anteriores la negociación está destinada a que le hagan una cara nueva a quien se lo proponga, ante una máquina empresarial que se llama PSOE, y que le teme muchísimo a los ERE, y a una despensa repleta de miles de cargos discrecionales que arman el esqueleto de esa organización política.
Por ello recomiendo que, si la sostenibilidad personal y familiar lo permite, cojáís la "fragoneta" y os pateéis España, cohesionéis ese movimiento fantástico y esperanzador y le déis una fuerza vectorial desde la base, luminosa y alegre, sin perder ese espíritu de impugnación al sistema Pos-Tejero y que el Aznarato ha pretendido perpetuar con la instrumentalización de la cúpula del poder judicial, gracias a los "buenos oficios" de Federico Trillo.
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