dilluns, 18 de setembre del 2023

DEL MÉTODO YAKARTA A LA GUERRA PERMANENTE (I)

El ciclón Luis Rubiales ha sepultado lo que podría haber sido una excelente ocasión para hablar de otros asuntos que, cuan hipócritas (máscaras de los actores de las tragedias clásicas), esconden los espectáculos deportivos de alcance global. Hemos asistido en el continente asiático  a sendos campeonatos mundiales de fútbol femenino y también de baloncesto masculino. Ha sido un verano tórrido como el que corresponde -para compensar- a una indisimulada escalada (una nueva guerra fría) entre imperios combatientes. No es culpa exclusiva del expresidente del futbolerismo patrio. Tampoco nuestro periodismo de vuelo gallináceo da más de sí y siempre está preparado para recibir las consignas otanistas en las que se ha convertido el periodismo español y, me temo, también de la Unión Europea. Ahí está el vigilante Josep Borrell para recordárnoslo. El periodismo, mayoritariamente, se ha convertido en una herramienta de la militarización ideológica que ha impuesto el imperio dominante de occidente.

Remedando al famoso militar prusiano y uno de los más influyentes historiadores y teóricos de la ciencia militar moderna, Carl von Clausewitz, ("la guerra") el deporte es la continuación de la política por otros medios. No, no me estoy refiriendo ni al Palco del Bernabeu que preside el oligarca Florentino ni a la Llotja del Camp Nou. Nadie, sin sonrojarse, sería capaz de defender la inocencia de la designación de las sedes de estos eventos mundiales de entretenimiento. Se programan y se proyectan  a veces con una década de anticipación para hacerlos coincidir con los ritmos de la política exterior de los respectivos países organizadores o sus alianzas respectivas. Se engrasan con mucha corrupción de intermediarios. Desde las Juegos Olímpicos de Berlín de 1936, pasando por la copa Mundial de la FIFA de Argentina de 1978, y tantos otros, sin olvidar el más reciente Mundial de Fútbol masculino de Qatar, con su esclavismo laboral incorporado.

Alemania, campeona del mundo
Ambos eventos se proyectaron, como es natural, antes de la guerra de Ucrania. Concretamente, la sede de Austria-Nueva Zelanda para el fútbol femenino se designó en junio de 2020, y las candidaturas se presentaron medio año antes de la pandemia, donde competían, además de las sedes ganadoras, Colombia, Brasil y Japón. La XIX Copa Mundial de Baloncesto Masculino se celebró conjuntamente en Filipinas, Japón e Indonesia entre el 25 de agosto y el 10 de septiembre de 2023, bajo la organización de la Federación Internacional de Baloncesto (FIBA), la Federación Filipina , la Federación Japonesa y la Federación Indonesia. Inicialmente fueron anunciadas cuatro candidaturas: Rusia, Turquía y las candidaturas conjuntas de Argentina/Uruguay y Filipinas/Japón/Indonesia. Las dos primeras no pasaron el primer corte y solo quedaron en la carrera las dos candidaturas conjuntas. El 9 de diciembre de 2017 la FIBA notificó la elección por decisión unánime de la candidatura presentada por Filipinas, Japón e Indonesia. En definitiva, el campeonato de baloncesto se programó con seis años de antelación. Y, como dato curioso, tenemos que Japón estaba en liza en los dos certámenes (futbol y baloncesto). ¿Casualidad? No es inusual que Japón, como miembro destacado de la OCDE y de la Trilateral figure siempre como aspirante, pero la coincidencia con otro evento casi simultáneo en Australia-Nueva Zelanda nos debería hacer sospechar que no hablamos exactamente del deporte "desinteresadamente". La novedad más llamativa es la de Indonesia, el país musulmán más poblado del planeta, Estamos hablando, pues, de geopolítica y de su "blanqueamiento" a través de espectáculos que se emitirían a miles de millones de personas de todo el mundo. 

Finalizado el verano, el 11 de septiembre, los militantes demócratas, mayoritariamente socialistas-comunistas, nos hemos apresurado a rememorar el 50 aniversario del golpe de Estado contra el gobierno de izquierdas de Salvador Allende. La "batalla" de Chile marcó un antes y un después. Siempre ha sido emotiva. El gobierno que encabezó Salvador Allende nos enseñó que socialismo y democracia van de la mano. A 50 años del sangriento golpe de Estado que puso fin al gobierno de la Unidad Popular, el pensamiento de Allende y su idea de una «vía democrática al socialismo» resurgen para pensar nuestro presente. Nos recuerdan que sin democracia no hay socialismo, y sin socialismo no hay democracia. Esta derrota percutió de una forma muy aguda en los partidos comunistas del sur de Europa, cuya figura principal fue el italiano Enrico Berlinguer. 

Si unimos estos puntos geográficos en el mapa no es fácil eludir, sin caer en un conspiracionismo de vía estrecha, la idea según la cual hay un diseño de una estrategia nada "inocente", que va desde el "imperio ilegítimo" ascendente de China hasta el "gobierno ilegítimo de Perro Sánchez", y "la contienda" de resonancias fascistas del expresidente José María Aznar.


Hilo:

DEL MÉTODO YAKARTA A LA GUERRA PERMANENTE (II)

BLANQUEAMIENTOS DE GUERRAS "PREVENTIVAS"

Empecemos por, quizás, lo más "anecdótico". En Corea del Sur, otro país aliado de los EEUU, han hecho desaparecer el monumento a las esclavas sexuales coreanas sometidas por Japón durante la II Guerra Mundial. Se estima en unas 200.000 "mujeres de consuelo" o de "confort" que muchos militares japoneses tildaban de "retretes públicos". Nadie fue juzgado por ello, aunque 70 años después se acordó una indemnización para 12 de las víctimas supervivientes.

Lloramos con Pinochet y festejamos como adolescentes la victoria del pueblo vietnamita contra el imperio más poderoso del mundo. Fue una gesta, es verdad, que costó 3 millones de vidas. Otro genocidio en la cuenta norteamericana. Sin embargo, con el tiempo descubrimos que el imperio de EEUU cobró las piezas que más codiciaba antes de Vietnam: Indonesia y Brasil. El genocidio de Indonesia, con el apoyo de Australia, y de los medios occidentales, ha sido convenientemente "amortiguado". Lo acontecido en Brasil en 1964 y en Indonesia en 1965 quizá representó las victorias más importantes de la Guerra Fría para el bando que en última instancia se alzó vencedor: Estados Unidos y el sistema económico internacional vigente en nuestros días. Los políticos de Washington y los periodistas de Nueva York entendieron sin duda lo significativo de estos acontecimientos en su momento. Sabían que Indonesia, hoy el cuarto país más poblado del planeta, era una presa mucho más importante de lo que podría serlo nunca Vietnam. Las altas esferas de la política exterior estadounidense consiguieron en apenas unos meses lo que el país no lograría en diez sangrientos años de guerra en Indochina. Por su parte, la dictadura de Brasil, en la actualidad el quinto país más poblado del planeta, desempeñó un papel crucial para arrastrar al resto de América del Sur al grupo de naciones proestadounidenses y anticomunistas. Tanto en Brasil como en Indonesia, la implicación de la Unión Soviética fue mínima.

Con el liderazgo de Aidit, el Partido Comunista de Indonesia (PKI) se transformó en un movimiento legal con una base masiva e ideológicamente flexible que rechazaba la lucha armada, ignoraba con frecuencia las órdenes de Moscú, se mantenía próximo a Sukarno, el presidente de la independencia, y se adhería a la democracia electoral. En términos internacionales, el PKI estaba comprometido con el antiimperialismo, mientras que, en la escena nacional, los miembros del partido hacían crecer el movimiento con victorias en elecciones democráticas. Mientras el comunismo del "segundo mundo" se fracturaba, el "tercer mundo" se unía aún más gracias a una cierta incompetencia del primer mundo.

La operación de 1958 en Indonesia fue una de las más amplias en la historia de la CIA y se diseñó a imitación del golpe de Estado de Guatemala. El Partido Comunista Indonesio, el PKI, la bestia negra de Washington en el Sudeste Asiático, era el grupo político que más deseaba que siguiera habiendo elecciones. El PKI no tenía interés en acabar con las elecciones en Indonesia por una sencilla razón: cada vez obtenía mejores resultados. En Singapur, los servicios de inteligencia británicos concluyeron en 1958 que, si se celebraba una votación, el Partido Comunista sería el más votado. Fueron los británicos los que usaron la misma retórica que Winston Churchill utilizó para animar a los militares golpistas españoles en 1936. El historiador Ángel Viñas, en sus sucesivos trabajos ya ha desmontado la patraña falangista y de Calvo Sotelo. En Indonesia, la consigna fue difundir la «Intentona Comunista», para atacar a la izquierda y a sus críticos en general. La narrativa de la violenta subversión comunista sirvió a las necesidades de los grupos de derechas del Ejército y del Gobierno. 

Técnicamente, el PKI seguía comprometido ideológicamente con la línea antiestalinista de la Unión Soviética. Lo más relevante era que el PKI no consideraba que tuviera que aceptar órdenes de nadie. Ahora era el tercer partido comunista más grande del mundo, el mayor fuera de China y de la Unión Soviética, y su estrategia de implicación directa y no violenta con las masas había conseguido resultados impresionantes. El PKI contaba ya con tres millones de afiliados con carné. Las organizaciones ligadas al partido sumaban al menos veinte millones de miembros. Estas cifras suponían cerca de una cuarta parte de los cien millones de habitantes de Indonesia, niños incluidos. Casi un tercio de los votantes registrados del país estaban ligados al PKI. Trabajaban abiertamente, en todos los rincones del país. Sin embargo, a escala nacional, dependían casi por completo de Sukarno para influir en las medidas políticas. No tenían otra opción. Para alcanzar el poder no disponían de armas ni de urnas; habían actuado de forma pacífica desde la expulsión de los holandeses y estaban privados de elecciones por la democracia dirigida (y por el Ejército apoyado por Estados Unidos, que tanto se había alarmado con las continuas victorias electorales de los comunistas).

Conforme avanzaba 1965, los rumores de que los generales conservadores estaban conspirando con la CIA o con alguna potencia extranjera empezaron a correr como la pólvora en Yakarta. Como sucedía en el caso de Kennedy, la Administración de Johnson consideraba a Indonesia de mayor importancia que Vietnam. La inteligencia holandesa que trabajaba para la OTAN, señaló que las agencias de inteligencia occidentales estaban organizando un “golpe comunista prematuro”. Los militares divulgaron que el PKI era el cerebro de un golpe de Estado comunista fallido. Washington facilitó a los militares rápidamente y en secreto equipamiento móvil esencial para las comunicaciones, según muestra un telegrama del 14 de octubre ya desclasificado. La prensa occidental ejerció también su papel. La Voz de América, la BBC y Radio Australia emitieron crónicas que enfatizaban los puntos principales de la propaganda del Ejército indonesio, dentro de una campaña de guerra psicológica para demonizar al PKI. Todo lo que contó el Ejército indonesio sobre esta historia es falso.

Se estima que en total murieron asesinadas entre quinientas mil y un millón de personas. Un millón de personas más fueron trasladadas a campos de concentración. a lo largo de más de cincuenta años, el Gobierno indonesio se ha opuesto a cualquier intento de ponerse manos a la obra y registrar lo sucedido, y en el resto del mundo tampoco nadie se ha molestado demasiado en preguntar al respecto. 

En 1965, un sector del ejército indonesio se movilizó contra Sukarno y se hizo con el control de las instituciones del país. Comenzó entonces lo que generalmente se considera una de las purgas políticas más espantosas de los tiempos modernos. El ejército indonesio y sus aliados -principalmente fanáticos anticomunistas, incluidos grupos religiosos- mataron al menos a un millón de personas en este pogromo. Lo que está fuera de toda duda -aunque Estados Unidos se niegue a hacer públicos todos sus documentos sobre este periodo- es que Estados Unidos y los australianos facilitaron a las fuerzas armadas indonesias listas de comunistas que debían ser asesinados, que incitaron al Ejército a llevar a cabo estas masacres y que encubrieron esta atrocidad absoluta. Los cables que se han hecho públicos de Estados Unidos muestran que la embajada estadounidense en Yakarta sabía perfectamente lo que estaba ocurriendo. El oficial de la CIA Edward Masters envió un telegrama en 1966 en el que decía: "Muchas provincias parecen estar resolviendo con éxito este problema de ejecutar a sus prisioneros o matarlos antes de que sean capturados". Se refería a los prisioneros comunistas. Estados Unidos había proporcionado al ejército indonesio una lista de al menos 5.000 líderes comunistas. Los australianos también tenían su lista. A principios de octubre de 1965, el embajador australiano Keith Shann escribió para decir que la masacre de los comunistas era "ahora o nunca" y que esperaba "fervientemente" que el ejército "actuara con firmeza" contra los comunistas. No tenía por qué preocuparse. En 1966, el Primer Ministro de Australia, Harold Holt, dijo a un auditorio de Nueva York: "Con 500.000 a un millón de simpatizantes comunistas eliminados, creo que es seguro asumir que se ha producido una reorientación".

Millones de personas más fueron víctimas indirectas de las masacres, pero nadie fue a preguntarles cuántos seres queridos habían perdido. Su silencio era el objetivo de la violencia. Las Fuerzas Armadas no supervisaron el exterminio de todos y cada uno de los comunistas, supuestos comunistas y potenciales simpatizantes con el comunismo del país. Eso habría sido prácticamente imposible, pues en torno a un cuarto de la población estaba ligada de algún modo al PKI. Una vez que prendió la violencia, se hizo increíblemente difícil encontrar a alguien que admitiera algún tipo de vínculo con el partido comunista. Desde la década de 1950, la estrategia de Estados Unidos había sido intentar encontrar un modo de destruir al Partido Comunista Indonesio, no porque se estuviera haciendo con el poder de forma antidemocrática, sino por su popularidad. Indonesia se convirtió en un «socio silencioso y obediente» de Estados Unidos. La aniquilación del tercer partido comunista más grande del mundo, la caída del fundador del movimiento del tercer mundo y la instauración de una dictadura militar de un anticomunismo fanático sacudió con violencia Indonesia, iniciando un tsunami que alcanzó casi todos los rincones del planeta. A largo plazo, la forma de la economía internacional cambió para siempre. La magnitud de la victoria anticomunista y la despiadada eficacia del método empleado inspiraron programas de exterminio que tomaron el nombre de la capital indonesia.

Henry Kissinger y Pinochet

 Hilo:

DEL MÉTODO YAKARTA A LA GUERRA PERMANENTE (III)

 EL IMPERIALISMO "DESMESURADO". UNA GUERRA SIN FIN

La expresión es de la historiadora ya fallecida, Ellen Meiksins, una de las historiadoras más relevantes,  antes de la invasión rusa a Ucrania, y cuando ya la OTAN había fijado sus ojos y apoyado subrepticiamente el golpe de Estado de Maidán (Ucrania). Según la historiadora, por primera vez en la historia de los Estado-nación modernos, las grandes potencias del mundo no se han lanzado en un conflicto geopolítico o militar directo. La competencia de tipo capitalista ha sustituido, de hecho, este tipo de enfrentamiento. Sin embargo, cuanto más se ha dado esta substitución,  más los Estados Unidos luchan para convertirse en la más grande potencia militar que el mundo ha conocido, ya que ella sólo acapara el 40% global de los gastos militares.

¿Cuáles son los objetivos militares de EEUU? De la guerra justa, a una actividad militar sin fin.

Si durante la guerra fría, EEUU había conformado una ideología basada en una supuesta "guerra justa" frente a las potencias que "negaban la libertad", la nueva doctrina surgida desde la guerra fría, promovida por EEUU y sus aliados -entre los que sobresale la antigua potencia colonial, Gran Bretaña-, consiste en reelaborar una nueva forma de imperio. Desde hace mucho tiempo, los requisitos de una guerra justa están estipulados: 1) Debe ser declarada por una autoridad reconocida. 2) Debe tener un objetivo y un fin legítimos. 3) Debe emprenderse cuando se han agotado otras soluciones. 4) Debe existir una probabilidad razonable de conseguir el fin perseguido. 5) Finalmente, los medios deben ser proporcionados a ese fin.

Ya antes incluso que Bush Jr., se ha ido imponiendo en los círculos dominantes de Estados Unidos, una nueva doctrina: la guerra permanente y sin condición. Con vistas a su patio trasero, se emprendió: a) la guerra contra la droga; posteriormente, y en el caso flagrante de Yugoslavia, 2) la guerra humanitaria ante la incapacidad de los europeos para solventar "nuestros propios asuntos"; con el 11-S 3) la guerra contra el terrorismo. Ahora, 4) el peligro chino. Han reverdecido viejos laureles los antiguos responsables de la política exterior USA, tanto del bando republicano como demócrata, Kenry Kissinger y Madeleine Albright. Preconizan el recurso a la fuerza militar arguyendo por razones políticas bastante vagas y nebulosas, más allá de los objetivos militares precisos y más allá aún de la guerra fría. Rompen así con las doctrinas militares tradicionales de contención y de la disuasión (Collin Powell). En definitiva, proponen una nueva modalidad, la guerra preventiva, que permitiría a EEUU lanzar golpes preventivos masivos. Y ello, por deducción lógica, comporta una guerra permanente y total. Aunque no es forzosamente continua, sí es INDEFINIDA, sin unos objetivos precisos, sin duración, sus medios y su extensión geográfica. Ucrania puede ser un campo de pruebas.

Objetivo de Estados Unidos: Controlar y someter a sus aliados (y competidores) "occidentales" (sobre todo europeos)

La nueva ideología de la guerra SIN FIN, o permanente, responde a las necesidades particulares del nuevo imperialismo. Esta visión aparece después de la II Guerra Mundial, y forma parte integrante de la proyección del sistema capitalista: para gobernar, el capital global deberá contar, no sólo sobre la base de las potencias imperiales, sino también sobre los Estados subordinados. En definitiva, utilizarlos para imponer sus imperativos económicos. El poder imperial interviene así regularmente para no arriesgarse a perder el control del sistema de Estado global. En eso que llamamos "globalización", el ejercicio de la hegemonía imperial supone que hay que controlar las economías y los Estados que compiten, sin entrar en guerra con ellos. Al mismo tiempo, la nueva doctrina militar se funda sobre la idea que el ejército es el instrumento indispensable para mantener este equilibrio aunque haga falta controlar indirectamente sus principales competidores.

La supremacía militar de EEUU aparece más que nunca como el único elemento  fiable de su hegemonía. La estrategia de EEUU consiste en conservar las fuerzas europeas dentro del marco de la OTAN, convirtiéndolas en la "legión extranjera del Pentágono". En otros términos, la principal función de la OTAN, hoy más que nunca, consiste menos en construir una alianza contra los enemigos comunes que en mantener la hegemonía de EEUU sobre sus aliados. El sabotaje del Nord Stream 2 obedece a esa lógica para someter al que es su "sheriff" en Europa, Alemania. En EEUU se ha elaborado una doctrina militar que permite hacer frente a las contradicciones del capitalismo global. Su primera premisa consiste en que EEUU debe alcanzar un grado de supremacía militar tal que ningún otro Estado o agrupación de Estados, amigos o enemigos, nunca pueda tener la tentación de contestar o de elevarse a su nivel. Esta estrategia no busca solamente prevenir las agresiones; busca, sobre todo, asegurarse que ningún otro Estado aspire al dominio mundial ni tampoco regional.

Este diseño lleva aparejado otro objetivo primordial: desanimar la independencia militar de algunos de sus aliados competidores. El ejército americano no puede intervenir de forma inmediata en todas partes. Tampoco ha tenido esa pretensión de intervenir en dos guerras a la vez. Sin embargo, solo necesita SEÑALAR, mediante frecuentes demostraciones de fuerza, que puede intervenir en cualquier parte del globo, provocando daños considerables. Ello supone que hará la guerra de forma permanente. Esa eterna necesidad de alimentar el "complejo-militar-industrial", que ha sido fundamental para la economía de EEUU. Al igual que durante la guerra fría en su época, ahora es esencial esta guerra sin fin para una economía tan dependiente de la producción militar, de la militarización de la industria aeroespacial y de su comercio mundial de armamento.


Hilo:


DEL MÉTODO YAKARTA A LA GUERRA PERMANENTE (y IV)

 LA GUERRA FRÍA VIAJA AL CENTRO DEL MUNDO

Hace dos años exactamente, el 18 de septiembre de 2021. Uno de los periodistas españoles con mejor perspectiva periscópica de la geopolítica y admirador del historiador Braudel, de trazo largo, escribía lo siguiente: "La alianza de Estados Unidos con el Reino Unido y Australia para intentar equilibrar fuerzas navales con la República Popular China en el océano Pacífico es uno de esos acontecimientos que definen un cambio de época. Está amaneciendo una nueva guerra fría. Estados Unidos refuerza lazos con lo que queda del antiguo imperio británico, apuntalando así el Brexit. La Unión Europea queda fuera de ese juego. Y se confirma que el nuevo centro del mundo está en Malaca, en el estrecho de Malaca, enclave geográfico que separa la península de Malasia y la isla de Sumatra, por el que circula una cuarta parte de la producción mundial de mercancías. Más de 50.000 barcos al año. Una de las misiones del nuevo gendarme regional, Australia, será controlar ese estrecho". Lo escribía Enric Juliana.

Eran los mismos países que dieron el golpe contra el gobierno de Indonesia y aniquilaron a la izquierda, e inventaron el "método Yakarta". El fútbol femenino, dominado desde hace años por la gran afición en EEUU y también por Gran Bretaña, se quedó sin el premio gordo. El baloncesto masculino, dominado in saecula saeculorum por los norteamericanos, tampoco ganaron. Curiosamente, los países que consiguieron los trofeos fueron países obedientes: España con bases USA, y Alemania, el capataz neoliberal de EEUU en Europa, que está pagando las consecuencias de una dirigencia mediocre, incapaz y pusilánime para tener voz propia y mover a la Unión Europea hacia posiciones más autónomas. Al menos -ironías de la vida- han logrado tener lo que en catalán se llama una "francesilla" por parte del imperio dominante: "Allò que hom fa fora de l’acostumat i que implica una despesa extraordinària, no gaire considerable, però" (Lo que se hace fuera de lo normal, pero sin mucho gasto". 

Estados Unidos ha puesto en marcha junto al Reino Unido y Australia una alianza anglosajona para intentar frenar a China en el momento clave de la lucha por la hegemonía tecnológica y comercial en el mundo. Una alianza que deja fuera a la Unión Europea y muy particularmente a Francia (con posesiones en el Pacífico) y Alemania, que quiere cuidar sus relaciones comerciales con China. Se entiende mejor ahora la atolondrada retirada norteamericana de Afganistán. La nueva prioridad es la contención de China. También quiere incorporar a Filipinas, Indonesia y Japón (organizadores de los eventos "deportivos". Biden también quiere atraerse a Vietnam, siempre esquivo para el "abrazo" de la Gran China, aunque lo tendrá difícil. Indochina Todavía huele demasiado a napalm made in USA.


La guerra permanente se focaliza ahora en el centro industrial del planeta: Continuaba  Juliana: "Dotada con ocho submarinos nucleares, Australia ejercerá de gendarme regional junto con las fuerzas estadounidenses y británicas en Pacífico, con el foco puesto en el Mar de la China Meridional. Principales puntos críticos: los estrechos de Taiwán y Malaca. El primero podría llegar a ser el detonante de una guerra. El segundo es el mayor pasillo comercial del mundo. China lleva tiempo buscando alternativas que le hagan depender menos del estrecho de Malaca para llegar al Índico y a las rutas marítimas que conducen a África y a Europa (vía canal de Suez). Una de esas alternativas sería el puerto de Gwadar, en Pakistán. Perplejidad en la Unión Europea. Sentimiento de humillación en Francia, que había firmado un importante contrato para suministrar 15 submarinos convencionales a Australia. 

En Europa, los líderes en las principales instituciones están aplicando sangrías innecesarias para la clase trabajadora. Aunque en el Banco Central Europeo, como en casi todas las secciones de la Unión Europea, los alemanes llevan la batuta, figuran como número dos, Luis de Guindos, que fue el encargado de ejecutar el tijeretazo en 2008 y también fue uno de los recolocados del saqueo que provocó Lehman Brothers. De Guindos era ejecutivo para España y Portugal de Lehman Brothers cuando, en 2008, la entidad quebró por el escándalo de las hipotecas subprime, un terremoto de cuyas consecuencias todavía se duele mucho la economía mundial. La directora del BCE es Cristine Lagarde, que fue la directora gerente del Fondo Monetario Internacional, y que  fue imputada por su presunta «negligencia» en la indemnización millonaria concedida por Francia al empresario Bernard Tapie, y también salpicada por supuestos sobresueldos. Con estos bueyes aramos. Europa pierde gas y la convicción de los europeos de ser el centro del mundo se parece cada vez más a la de los chinos de hace cien años.

La historiadora ya citada, Ellen Meiksins Wood, nos enseña que los imperios/ Estados que consiguieron mantener su soberanía y no cederla a la propiedad privada, sobrevivieron. La medida más cercana intelectualmente para comparar los imperios dominantes (anglosajones) con los del pasado, es el Imperio Romano. El de Occidente, entregado a la propiedad privada absoluta, sucumbió. A diferencia del de Oriente, donde los terratenientes no saquearon tan brutalmente a los campesinos. De la misma manera, quizá abusando del ángulo, podemos considerar que lo que está pasando en Occidente con el turbocapitalismo rampante del antropoceno. 

Hilo: