dijous, 30 de gener del 2020

EL SEPARATISMO MADRILEÑO AMENAZA LA UNIDAD DE ESPAÑA


Era lunes 20 de enero, iba para casa, pues era hora de comer.  Antes de llegar, en una esquina cerca de donde vivo vi un pasquín muy rudimentario tamaño folio con un título muy llamativo. Muy rasgado por el centro, sólo conservaba el principio y la arenga final. De entrada, sólo me fijé en parte del título en negrita: "SEPARATISMO"... "UNIDAD DE ESPAÑA".

Por un instante pensé que se trataba de la precampaña del partido de extrema derecha y xenófobo, VOX, que ha absorbido la franquicia de otro tal cual, PLATAFORMA PER CATALUNYA, herederos de Fuerza Nueva, grupo fascista durante el franquismo que intervino en la matanza de los Abogados de Atocha. Sin embargo, cuando me detuve a leerlo más atentamente, me quedé estupefacto. Pues el título completo rezaba así: "EL SEPARATISMO MADRILEÑO AMENAZA LA UNIDAD DE ESPAÑA"

Me pareció tan insólito y tan inverosímil que no daba crédito. Tuve que restregarme los ojos. Intenté continuar la lectura a pesar de las hojas caídas de los árboles que revoloteaban a mi alrededor a causa de las ráfagas de viento. Lagrimeaba, no podía tener una lectura sosegada. Era un texto breve, con un lenguaje áspero y rotundo, muy típico del lenguaje panfletario, lleno de aristas, sin matices.   También recuerdo el final. Todo con letras de molde: "SI EL SECESIONISMO MADRILEÑO CONTINÚA ASÍ SE PUEDE LLEVAR POR DELANTE A LA MONARQUÍA"

Ese panfleto era tan atípico que pensé reproducirlo, pero no llevaba el móvil.  Pensé que después de comer volvería  para fotografiarlo. Sin embargo, el tiempo empeoró sobremanera,  con ráfagas de viento de más de cien quilómetros por hora,  y no volví. Al día siguiente, al pasar por la esquina, ya no había ningún resto de aquella hoja.

Ese pasquín, tan rudo y estridente en el lenguaje, sin embargo, me ha hecho cavilar. He tardado diez días en comentarlo con alguien de confianza. Porque, después de darle muchas vueltas, al margen del lenguaje descarnado, de hecho, concuerda con lo que hace tiempo yo mismo pienso; hasta ahora no he tenido el atrevimiento para verbalizarlo. En esta país, unos tienen la fama y otros cardan la lana.

Me vino a la cabeza un personaje del film LA PASIÓN SECRETA, de JOHN HUSTON, de 1962. El protagonista principal, que representa a un célebre doctor, confiesa que "la verdad, a veces, se rebela cabeza abajo".

No voy a descubrir la sopa de ajo, ni darle caldo dulce al procesismo independentista catalán. Pero sí me gustaría que, aunque sólo sea de vez en cuando, focalizáramos el análisis político, no sólo en el obsesivo "problema catalán" que tan rentable es a la derechona, sino que apuntáramos a la raíz de la gangrena: LA VOLUNTAD DE PODER Y DE PRIMACÍA, no ya del Estado Español, sino del INDEPENDENTISMO MADRILEÑO. Éste, ha sido tan hábil que ha parasitado los conceptos de "España", de "Unidad" y de "Patria", de la misma manera que los procesistas catalanes han hecho fortuna con su victimismo. 

Ya no se trata de que el efecto capitalidad de frutos obvios y concesiones y maridajes con el alto funcionariado que reside en Madrid. Yo creo que la cosa va más allá. Empezó a despegar de forma más desinhibida con el "Tamayazo" y la presidencia de Esperanza Aguirre. Con la coincidencia en el poder de la Alcaldía y de la Comunidad, los dirigentes de la derecha española han desarrollado una voluntad de poder secesionista que cada vez más expresan sin ambages.

Las izquierdas unionistas madrileñas, que promovieron el "¿Hablamos?" han sido derrotadas y el independentismo madrileño ha entrado a sangre y fuego. Aprovechando de todas las palancas de poder que ofrece las grietas del estado de las autonomías, cada cual compitiendo con/contra las demás. Madrid  ha conseguido convertirse en un quasi paraíso fiscal, mucho más escandaloso que el propio concierto vasco. Si se extiende el modelo madrileño de subvenciones fiscales, la Hacienda española debería quebrar. Quizás ni la excepción vasca, cuasi confederada al Estado, gasta tanto furor segregacionista. No piensan, pues, en la unidad de España, sino en convertir la capital y la comunidad autónoma de Madrid en la City del Sur de Europa, similar a la de Londres, que tiene un gobierno específico, al margen de los vaivenes electorales. Es un poder opaco y ademocrático. 

Pero el hecho más significativo de lo que quiero venir a decir es que Madrid es la gran responsable de ese proceso de "eucaliptización" de todas las comunidades y territorios que giran en torno a Madrid en más de quinientos quilómetros a la redonda. La España vaciada ha tenido como espoleta el separatismo madrileño. Y ese secesionismo madrileño cuenta con la guardia pretoriana de las togas.

Lo que sucedió en Galicia cuando allí se apostó por el monocultivo del eucalipto ya se ha reproducido en la estructura política de España. En 2018, el Comité Científico de Flora y Fauna Silvestre del Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente, ya concluyó que el "eucalipto debería incluirse en el Catálogo Español de Especies Exóticas Invasoras".

Parecía que con la obtención de la Alcaldía de Manuela Carmena se podría frenar electoralmente a la derecha independentista madrileña, para impedir que prosperara en su intento de secesión de guante blanco. Sin embargo, por errores propios y también los poderes económicos del SISTEMA DE LA CASTELLANA, hemos llegado al paroxismo del nacionalismo madrileñista. Madrid, con la derecha en el timón, ya no será el rompeolas de todas las Españas, pues con esa actitud propia de los sectores privilegiados, que han visto en la financiarización de la economía la manera de competir y conseguir la hegemonía, ahora que el sector industrial ha sido aspirado por la locomotora alemana y la falta de protagonismo de la otrora emprendedora burguesía catalana está ahora desinbibidamente ausente del proyecto unitario español.

La beatería patriotera no es más que un trampantojo para colar de rondón el embrión para separar Madrid del Estado español. Considero que eso no es sostenible en el tiempo. Y tampoco es sostenible que una democracia que pretenda ser de calidad pueda continuar con unos medios de comunicación tan expuestos al capital extranjero como es la de la prensa madrileña que, aunque se vanaglorie y se dé golpes de pecho patrioteros, no es más que la vicaria del capital transnacional...

Dejemos pues el bolero del PROBLEMA CATALÁN, y pongamos más énfasis en el PROBLEMA MADRILEÑO, porque la concentración de Instituciones en Madrid no fortalece al Estado, sino sólo a una parte de él que quiere fugarse para que no se descubra su insolidaridad con las otras autonomías. Y este Rey, Felipe VI, que tiene el ADN de legitimidad tan vulnerable, debe tomar nota. No debería tener la residencia en una parte del territorio que aspira, por la vía de los hechos, a desgajarse del resto de España. Y también las instituciones democráticas deberían hacer lo propio, y extender sus sedes por los distintos territorios del Estado Español.

Un episodio tan extravagante como la lectura de un pasquín pegado a una pared un día de ventolera ha revelado la verdad, aunque se manifieste boca abajo. 


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