Era lunes 20
de enero, iba para casa, pues era hora de comer. Antes de llegar, en una
esquina cerca de donde vivo vi un pasquín muy rudimentario tamaño folio con un
título muy llamativo. Muy rasgado por el centro, sólo conservaba el principio y
la arenga final. De entrada, sólo me fijé en parte del título en negrita:
"SEPARATISMO"... "UNIDAD DE ESPAÑA".
Por un
instante pensé que se trataba de la precampaña del partido de extrema derecha y
xenófobo, VOX, que ha absorbido la franquicia de otro tal cual, PLATAFORMA PER
CATALUNYA, herederos de Fuerza Nueva, grupo fascista durante el franquismo que
intervino en la matanza de los Abogados de Atocha. Sin embargo, cuando me
detuve a leerlo más atentamente, me quedé estupefacto. Pues el título completo
rezaba así: "EL SEPARATISMO MADRILEÑO AMENAZA LA UNIDAD DE ESPAÑA"
Me pareció
tan insólito y tan inverosímil que no daba crédito. Tuve que restregarme los
ojos. Intenté continuar la lectura a pesar de las hojas caídas de los árboles
que revoloteaban a mi alrededor a causa de las ráfagas de viento. Lagrimeaba,
no podía tener una lectura sosegada. Era un texto breve, con un lenguaje áspero
y rotundo, muy típico del lenguaje panfletario, lleno de aristas, sin
matices. También recuerdo el final. Todo con letras de molde:
"SI EL SECESIONISMO MADRILEÑO CONTINÚA ASÍ SE PUEDE LLEVAR POR DELANTE A
LA MONARQUÍA"
Ese panfleto
era tan atípico que pensé reproducirlo, pero no llevaba el móvil. Pensé
que después de comer volvería para fotografiarlo. Sin embargo, el tiempo
empeoró sobremanera, con ráfagas de viento de más de cien quilómetros por
hora, y no volví. Al día siguiente, al pasar por la esquina, ya no había
ningún resto de aquella hoja.
Ese pasquín,
tan rudo y estridente en el lenguaje, sin embargo, me ha hecho cavilar. He
tardado diez días en comentarlo con alguien de confianza. Porque, después de
darle muchas vueltas, al margen del lenguaje descarnado, de hecho, concuerda
con lo que hace tiempo yo mismo pienso; hasta ahora no he tenido el atrevimiento
para verbalizarlo. En esta país, unos tienen la fama y otros cardan la lana.
Me vino a la
cabeza un personaje del film LA PASIÓN SECRETA, de JOHN HUSTON, de 1962. El
protagonista principal, que representa a un célebre doctor, confiesa que "la
verdad, a veces, se rebela cabeza abajo".
No voy a
descubrir la sopa de ajo, ni darle caldo dulce al procesismo independentista
catalán. Pero sí me gustaría que, aunque sólo sea de vez en cuando,
focalizáramos el análisis político, no sólo en el obsesivo "problema
catalán" que tan rentable es a la derechona, sino que apuntáramos a la raíz
de la gangrena: LA VOLUNTAD DE PODER Y DE PRIMACÍA, no ya del Estado Español,
sino del INDEPENDENTISMO MADRILEÑO. Éste, ha sido tan hábil que ha parasitado
los conceptos de "España", de "Unidad" y de
"Patria", de la misma manera que los procesistas catalanes han hecho
fortuna con su victimismo.
Ya no se
trata de que el efecto capitalidad de frutos obvios y concesiones y maridajes
con el alto funcionariado que reside en Madrid. Yo creo que la cosa va más
allá. Empezó a despegar de forma más desinhibida con el "Tamayazo" y
la presidencia de Esperanza Aguirre. Con la coincidencia en el poder de la
Alcaldía y de la Comunidad, los dirigentes de la derecha española han
desarrollado una voluntad de poder secesionista que cada vez más expresan sin ambages.
Las
izquierdas unionistas madrileñas, que promovieron el "¿Hablamos?" han
sido derrotadas y el independentismo madrileño ha entrado a sangre y
fuego. Aprovechando de todas las palancas de poder que ofrece las grietas
del estado de las autonomías, cada cual compitiendo con/contra las demás.
Madrid ha conseguido convertirse en un quasi paraíso fiscal, mucho más
escandaloso que el propio concierto vasco. Si se extiende el modelo madrileño
de subvenciones fiscales, la Hacienda española debería quebrar. Quizás ni la
excepción vasca, cuasi confederada al Estado, gasta tanto furor
segregacionista. No piensan, pues, en la unidad de España, sino en convertir la
capital y la comunidad autónoma de Madrid en la City del Sur de Europa, similar
a la de Londres, que tiene un gobierno específico, al margen de los vaivenes
electorales. Es un poder opaco y ademocrático.
Pero el
hecho más significativo de lo que quiero venir a decir es que Madrid es la gran
responsable de ese proceso de "eucaliptización" de todas las
comunidades y territorios que giran en torno a Madrid en más de quinientos
quilómetros a la redonda. La España vaciada ha tenido como espoleta el separatismo
madrileño. Y ese secesionismo madrileño cuenta con la guardia pretoriana de las
togas.
Lo que
sucedió en Galicia cuando allí se apostó por el monocultivo del eucalipto ya se
ha reproducido en la estructura política de España. En 2018, el Comité
Científico de Flora y Fauna Silvestre del Ministerio de Agricultura,
Alimentación y Medio Ambiente, ya concluyó que el "eucalipto debería
incluirse en el Catálogo Español de Especies Exóticas Invasoras".
Parecía que
con la obtención de la Alcaldía de Manuela Carmena se podría frenar
electoralmente a la derecha independentista madrileña, para impedir que
prosperara en su intento de secesión de guante blanco. Sin embargo,
por errores propios y también los poderes económicos del SISTEMA DE LA
CASTELLANA, hemos llegado al paroxismo del nacionalismo madrileñista. Madrid,
con la derecha en el timón, ya no será el rompeolas de todas las Españas, pues
con esa actitud propia de los sectores privilegiados, que han visto en la
financiarización de la economía la manera de competir y conseguir la hegemonía,
ahora que el sector industrial ha sido aspirado por la locomotora alemana y la
falta de protagonismo de la otrora emprendedora burguesía catalana está ahora
desinbibidamente ausente del proyecto unitario español.
La beatería
patriotera no es más que un trampantojo para colar de rondón el embrión para
separar Madrid del Estado español. Considero que eso no es sostenible en el
tiempo. Y tampoco es sostenible que una democracia que pretenda ser de calidad
pueda continuar con unos medios de comunicación tan expuestos al capital
extranjero como es la de la prensa madrileña que, aunque se vanaglorie y se dé
golpes de pecho patrioteros, no es más que la vicaria del capital
transnacional...
Dejemos pues
el bolero del PROBLEMA CATALÁN, y pongamos más énfasis en el PROBLEMA
MADRILEÑO, porque la concentración de Instituciones en Madrid no fortalece al
Estado, sino sólo a una parte de él que quiere fugarse para que no se descubra
su insolidaridad con las otras autonomías. Y este Rey, Felipe VI, que tiene el
ADN de legitimidad tan vulnerable, debe tomar nota. No debería tener la
residencia en una parte del territorio que aspira, por la vía de los hechos, a desgajarse
del resto de España. Y también las instituciones democráticas deberían hacer lo
propio, y extender sus sedes por los distintos territorios del Estado Español.
Un episodio
tan extravagante como la lectura de un pasquín pegado a una pared un día de
ventolera ha revelado la verdad, aunque se manifieste boca abajo.
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