dissabte, 7 de novembre del 2020

"QUE LA DEMOCRACIA ENTRE EN LAS EMPRESAS" (MARCELINO CAMACHO)

Cuando el vigía, animador cultural, amigo y camarada, Miguel Guillén, nos avisó del estreno del documental sobre Marcelino Camacho Abad, en el décimo aniversario de su muerte, "LO POSIBLE Y LO NECESARIO", no dudé en reservarme dos horas para visionarlo. Así ha sido. No puedo decir que haya disfrutado. Más bien diría que me ha conmocionado porque ya desde el inicio no se ha mostrado como un personaje-símbolo, sino como una persona llana, accesible, familiar; al menos para los que hemos tenido el privilegio de tener parientes y allegados que se le parecen. No en el sentido épico sino humano, por su sencillez.

LO POSIBLE Y LO NECESARIO
https://www.rtve.es/alacarta/videos/otros-documentales/marcelino-camacho-cap-001-hd-ok-ok/5699770/

https://www.infolibre.es/noticias/politica/2020/10/29/diez_anos_sin_marcelino_camacho_112611_1012.html

Ya desde el principio me ha removido las entretelas de mi memoria familiar. El ferrocarril, la máquina de coser. Ha sido un acierto que ya en las primeras secuencias apareciera la SINGER, que para mi madre era imprescindible. Aquí se asocia a Josefina Samper, su esposa. Romuald Grané, uno de los sabios que adoptó Mataró como su residencia definitiva, nos insistía siempre en el papel de las mujeres. Sin ellas no habría sido posible la resistencia antifranquista. Él lo decía por su mujer y compañera, Flora, pero también lo sabemos por los testimonios de Rossend Dalmau o de Teresa Cortina: las idas y venidas a la cárcel, las humillaciones en las esperas, hacer de correos de mensajes y de propaganda clandestina, etc. En España hemos tenido muchas Penélopes, muchos sudarios que se han convertido en jerseys de cremallera de cuello alto.

En casa no teníamos la SINGER sino la WERTHEIM que para el caso también era lo mismo. Coser no era sólo mayordomía; era más, era el sustento y salario  mientras el compañero estaba en la cárcel. La máquina de coser ha reavivado muchos recuerdos de mi infancia. 

Paso a nivel calle San Antonio
 de Mataró. Finales años 60
Y, sobre todo a continuación, un hecho que yo desconocía. Marcelino era hijo de la RENFE. Lo digo así conscientemente, en vez de indicar que su padre era trabajador de... Para quien lo desconoce, los empleados de la RENFE cobraban muy poco, como mi padre, pero tenían un sentimiento de responsabilidad muy corporativo. Sólo después de 1977, el año de su afiliación a CCOO, mi padre se atrevió a explicarnos que los trabajadores de la RENFE habían sido muy represaliados por el franquismo. Rojos. También los de la RENFE representaban, a mi parecer, la clase obrera del funcionado público. Y también los guardias, aunque sólo un Pier Paolo Pasolini se apercibiera de eso durante las convulsiones de 1968 en Italia (id http://elblocdejotao.blogspot.com/2017/09/un-tricorni-casa-la-guardia-civil-i-el_30.html) : tres tíos, un primo...  

El padre de Camacho era guardagujas, el mío también. En zonas pobres no había muchas opciones, el trabajo a tiempo parcial en el campo, la vendimia en el sur de Francia, la emigración de larga duración, el hambre, o depender de algun organismo del estado o de sus empresas.

Mataró. año 1961. A la altura del actual aparcamiento
de la estación de Mataró. El primero sentado por la izquierda
Pero lo que no esperaba que me sacudiera ha sido las secuencias de la casilla. Porque en mi familia teníamos la casilla del "chaché" (tío) José. También guardagujas, hermano de mi abuela Carmen; en la estación de Luque (Córdoba), cerca del cementerio. Para que no nos arrimáramos a las vías nos asustaba:"Cuidao, que hoy el tren viene atravesao"... Y yo fantaseaba sobre cómo debía ser un tren que discurre por las vías y se tuerce en su vaivén, como en los dibujos animados, para poder atropellarnos.... En fin... ese ha sido el primer impacto que me ha producido el documental... Mi padre también tenía su pequeña casilla en la desembocadura a la N-II de la calle San Antonio de Mataró, enfrente del restaurante Dimas, con su pequeño huerto. En el paso a nivel. Trabó amistad con los pescadores que aún existían; eran sus mejores recuerdos... Me explicaba cómo intentaban ayudar a las mujeres de represaliados con el estraperlo, como el caso de Montse Mompart...  Durante el turno de noche en su diminuta "casilla" se guarnecía la pareja de la guardia civil que hacía la ronda por la playa. Se llevaban bien y con respeto, salvo algún soberbio imbécil a quien un día le prohibió la entrada por su chulería de uniforme verde.

Juan Pedro Ortiz haciendo maniobras
de enganche de vagones

A partir de ahí me ha costado contenerme, en silencio, como cuando íbamos al cine y en la oscuridad disimulábamos nuestras lágrimas. Porque también mi suegro se fue voluntario al frente, de la quinta del biberón era. De la JSU. Dos años menor que Camacho. También fue ingenuo en creer que los que no tenían delito de sangre podrían reincorporarse a la vida de campesino. No fue así. Fue arrrestado, encarcelado, y vuelta al servicio militar. Al Norte de África. También desertó camino de Argelia, y también unos "moros" lo vendieron cuando tan solo le faltaban pocos meses para licenciarse. Y sí, también tuvo que purgar por aquella acción. Diez años duró aquel periplo hasta que emigró a Francia y se incorporó discretamente al Partido Comunista de España en Saint Etienne.

Más allá del ámbito familiar tengo dos amigos que estuvieron con Marcelino Camacho compartiendo galería carcelaria: Jaume Puig ("Peli"), yerno también de ferroviario, y Pablo Morales, que así nos lo cuenta en sus memorias de próxima aparición. Pablo destaca, en una anécdota entrañable, cómo Marcelino acaparaba la poca prensa disponible y hacía esperar a los demás, tal era su afán de estar informado.

Después de su salida de la cárcel por el proceso 1001 Marcelino recaló en Mataró en enero de 1977


Fotos Enric Quintana. Fons Cateura.Arxiu Comarcal del Maresme


El documental es sobrio, sin alharacas, sin rellenos hueros, que es lo mejor que se puede hacer. Yo no hubiera escogido ese título ni poner tanto el acento en "ni nos doblaron ni nos domesticaron". Porque la realidad, al menos en España y en muchas partes del mundo, al movimiento obrero lo han doblado y lo han domesticado, mal que nos pese. La brutalidad de las dictaduras sirve para eso precisamente. Otra cosa es que, como el viejo topo, las semillas que se siembren sirvan para reverdecer una y otra vez el impulso como la tarea de Sísifo. 

La vitalidad y ese espíritu luchador de Marcelino, en algún momento, puede parecer que la entrada en la cárcel era inocua y alguien podría frivolizar, como si fuera una especie de deporte, de riesgo, eso sí, pero asumible para los curtidos en el combate. Sin embargo, el contrapunto de la abogada laboralista, Maria Luisa Suárez, sirve para presentarnos la brutalidad del régimen con su expresión "toneladas de sufrimiento para los que entraban en la cárcel, para las esposas y criaturas que quedaban sin padre". Es quizá la parte más conmovedora del film.

 "Lo posible y lo necesario". ¿A qué nos referimos? ¿Se puede equiparar a conformismo y a inconformismo y justo? Creo que la historia no nos habla de esa manera. ¿Quién sabe, en un momento dado, qué es posible? Los comunistas hemos pecado la más de las veces de subjetivismo. Como la ilusión que los aliados invadirían España y echarían a Franco y había que empujar con la guerrilla en el interior. Fue una derrota. La foto grande (la polarización atlántica contra la URSS, el anticomunismo), pudo más que la defensa de las libertades para Churchill y el gobierno norteamericano. Podríamos matizar de igual manera sobre LO NECESARIO. Marcelino Camacho y su clarividencia supo encontrar los resquicios para encontrar esas vías de lo necesario dentro de lo posible: combinar la actividad ilegal con el amparo legal del sindicalismo vertical. A veces los eslóganes esquemáticos no nos hacen justicia.

A Marcelino, como cabeza de un movimiento sindical innovador en toda Europa y peligroso para la futura restauración borbónica, como se vio más tarde, había que degradarlo intelectualmente.  Con esos aires de suficiencia de nuevo rico, por parte de los "media" se le quiso reproducir como una antigualla, igual que sus explicaciones que sonaban trasnochadas por ser poco elaboradas. Y ese es el trasunto del roto interno que hubo durante la secretaría general de Antonio Gutiérrez. Después de 52 reformas laborales del PP y del PSOE, todos hemos asumido que con las cosas de comer no se juega (Juliana dixit), y hemos asumido la pluralidad con todas las consecuencias, así como la autonomía del movimiento sindical de CC.OO. Es lo mejor del documental: la cicatrización de las heridas ante el adversario común y tan multiforme.

Sin embargo, en el momento actual, lo que yo valoro más de Marcelino Camacho es esa inteligencia sencilla y RACIONAL de lo que representa el modo de producción capitalista, que necesita expropiar la tierra que antes era común, el trabajo que antes era libre y no esclavitud a tiempo parcial, y expropiar el dinero a través de los mecanismos oligopólicos.

Nunca me cansaré de repetir la insistencia de Marcelino, QUE LA DEMOCRACIA ENTRE EN LAS EMPRESAS. No es verdad que la democracia la haya traído el liberalismo ni la burguesía. No es verdad que exista la democracia burguesa, puesto que ello es  un oxímoron. La democracia, y eso ya lo sabía el mismísimo Aristóteles, la ha traído el movimiento obrero (antes el dêmos, los que tienen menos), que crea sus contrafuerzas ante un sistema económico no sólo injusto sino irracional. Y esa verdad desnuda, cruda y simple es la que Marcelino Camacho reivindicaba. Tan simple y tan humilde como el caerse y levantarse después de cada derrota. Como Sísifo. Esa verdad que quieren sepultar, el significado propio de la DEMOCRACIA, es lo que ha pretendido desocultar el intelectual más potente que ha dado este país en los últimos treinta años, Antoni Domènech -que no se privaba de proclamar su militancia en CCOO-, en su libro EL ECLIPSE DE LA FRATERNIDAD, de 2004 y reeditado en el 2019. Pero a eso dedicaré la próxima entrada.

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