La frase tan sovintejada per Ciceró ens cal ara també.
Benaurats els qui creguin en les casualitats. A qui beneficia? Trames negres? Ascens de Marine Le Pen, llibre recent de l’intel·lectual Huellebecq?
Aquest autor ha declarat que Le Pen podrà evitar la immigració però no pas l’islamització de França. Qui dóna mes?
¿És tot plegat una conjuntura astral? Em temo que no.
Els que anem sovint a França tenim formes ràpides per prendre el pols a l’actualitat del país més culte d’Europa: Libé, Le Monde ja força aigualit, Le Monde Diplomatique i, com no, Charlie Hebdo: Laic, desinhibit, anticlerical, d’esquerres, rajant sempre amb desimboltura. Sense por a la sexualitat, i divertit.
És per això que ens ha colpit tant aquest atemptat. Un comando sincronitzat, a l’estil militar, de pel·lícula, amb bona informació.... Despietat i amb iniquitat.
El nou llibre de Michel Houellebecq, abans i tot de ser publicat, “Submissió” (“Soumission”, ja més piratejat que un hit musical d’èxit), ens situa en el marc del brou que s’està coent en el país veí. Un intel·lectual iconoclasta, aparentment, que no es casa amb ningú, aparentment, empara cert tuf populista. En aquesta obra es planteja la victòria electoral d'un partit islàmic a França!.
En una trama ambientada en la França de 1922, i en un context polític on els grans partits de govern, tant conservador com progressista són molt fràgils.
Davant la fragilitat i davant del risc de que el Front Nacional, primera formació política de França, es faci amb el poder, el PS i la UMP, en nom de la defensa de la construcció europea, decideixen donar suport al segon partit del país, la Fraternitat Musulmana, el líder de la qual, Mohamed Ben Abes, es converteix, gracies a ells, en president de la República.
En una trama ambientada en la França de 1922, i en un context polític on els grans partits de govern, tant conservador com progressista són molt fràgils.
Davant la fragilitat i davant del risc de que el Front Nacional, primera formació política de França, es faci amb el poder, el PS i la UMP, en nom de la defensa de la construcció europea, decideixen donar suport al segon partit del país, la Fraternitat Musulmana, el líder de la qual, Mohamed Ben Abes, es converteix, gracies a ells, en president de la República.
I aquest ascens al poder va acompanyat de tots els estereotips que se suposa que tenen els magribins: islamisme radical, sexisme, etc.
El resultat, en aquest ambient tòxic, segons sembla, pot fer de Marine Le Pen, fins i tot per a la ideologia d’esquerres, el mal menor en front a l'enemic exterior.
Com es pot veure, és una recepta guanyadora.
M'agradaria saber ara mateix què opinaria Sami Nair, un dels referents de la cultura de la pau a les dues ribes el Mediterrani, i bon coneixedor d'aquesta complexa realitat. A manca d'això, algunes reflexions d'un dels seus darrers llibres:
SAMI NAÏR
“Y vendrán… Las migraciones en tiempos hostiles”. Editorial Planeta, 2006
Pàgina 223. ISLAM Y CIUDADANÍA
Los inmigrantes procedentes del Magreb, de África, de oriente Próximo, de Asia, con frecuencia de religión musulmana, han sustituido a los que llegaban de España, Portugal, Italia o Polonia (hacia Europa), de religión católica. Los turcos y los marroquíes están hoy sistemáticamente entre las diez primeras nacionalidades que, por número, entran cada año en Bélgica, Dinamarca, Finlandia, Francia, Alemania, Holanda o Suecia.
Los marroquíes son, por ejemplo, la segunda nacionalidad extranjera en España y la primera en Italia. En términos neutros y objetivos, Francia tiene 3 millones de musulmanes, Alemania, alrededor de 3,2 millones; Gran Bretaña, más de un millón; Holanda, unos 700.000. Se puede considerar que la población musulmana que habita hoy en la UE ronda en torno a los 10 millones de personas, lo que no es demasiado comparado con el conjunto de la población, pero sí significativo respecto al cambio de la estructura confesional de las poblaciones europeas.
La presencia de la inmigración en Europa y la presión migratoria estructural debida al aumento de la población en el Sur han provocado el surgimiento de una demanda de reconocimiento identitario compleja y nueva, expresión de la implantación estable de la religión musulmana en Europa, y cuya dimensión confesional no se percibe tanto por la existencia de un número elevado de practicantes en el seno de la inmigración (menos de la mitad de la población musulmana de Holanda es practicante; menos de un 20% en Alemania es miembro de una organización cultural confesional) como por tres razones históricas fundamentales.
Por una parte, la religión musulmana marca mucho la diferencia en los sistemas político-culturales europeos, tradicionalmente homogéneos desde el punto de vista confesional. Dicho en otras palabras, el islam se ve más. Por otra parte, la exclusión de que suelen ser víctimas los inmigrantes, sobre todo los jóvenes, les lleva a buscar en el islam los elementos que afirmen su identidad. Esa vuelta a su pertenencia confesional es una reacción de defensa de la identidad y, a la vez, una construcción, con frecuencia polémica, formal, de una identidad negativa (Ericson: Identidad, juventud y crisis. Taurus, 1984).
La mayoría de los estudios realizados sobre el modo en que los jóvenes nacidos en la inmigración y los recién llegados viven el islam demuestran que con frecuencia lo hacen como una afirmación polémica de la identidad relacionada con la exclusión social y cultural. También se sabe que es el camino más corto para que esa adhesión confesional polémica se transforme en una convicción afirmada.
Finalmente, no es posible aislar esa demanda identitaria del contexto histórico global en el que se produce. La referencia a la religión es cada vez más una característica importante del desplazamiento identitario iniciado en los años ochenta y que hará de las primeras décadas del siglo XXI el período por excelencia de las identidades. Ligado a la globalización de la economía, de las representaciones culturales e imaginarias, ese desplazamiento identitario marca tanto la relación que cada uno consigo como la relación del individuo con la comunidad. La globalización engendra la mutación de las pertenencias, el trastorno de las identidades nacionales, la desestabilización del paradigma referencial colectivo. De ahí el frecuente repliegue sobre los marcadores primarios: identidad personal, referencia confesional, pertenencia étnica, identidad lingüística diferencial (y diferenciadora), et. Ello explica que, más allá de las reafirmaciones polémicas, exista un islam mayoritario, incluso muy mayoritario, que se podría denominar tranquilo, sereno y poderosamente universalista. Este islam se adapta a la sociedad laica y arraiga cada vez más en las identidades nacionales europeas. Es francés, italiano, alemán y español.
En esta historia concreta es en la que hay que concebir las reacciones de las sociedades europeas frente al arraigo del islam. La presencia de una población musulmana inmigrante provoca una serie de interrogantes a los que todos los estados deberán, en el futuro, responder:
¿Cómo organizar dicho islam?
¿Qué relaciones debe tener con la tradición secular, en ocasiones laica, del Estado en Europa?
¿Qué relaciones con las otras religiones?
¿Quién es musulmán y quién representa a los musulmanes?
¿Qué relaciones, finalmente, mantienen ellos con los países musulmanes de origen?
Hasta el momento, dos Estados se han puesto claramente a intentar organizar el islam en su seno: Holanda y Francia.
Italia y España están hoy enfrentadas al mismo reto. Ninguno de estos dos países son laicos en el sentido francés del término, pues la religión, como también ocurre en Alemania, está presente en el espacio público y, muy especialmente en la escuela. La integración del islam será, sin duda, más suave. Pero nadie puede afirmar que la sociedad civil vaya a aceptar con alegría esa nueva religión. Por ejemplo, en España, la dificultad de institucionalizar las mezquitas, el papel aberrante de cierto número de imanes, que se aprovechan de la tolerancia española para difundir una concepción fanática y arcaica del islam, el propio carácter, finalmente, de una comunidad musulmana mayoritaria –la marroquí- heredera de una tradición religiosa específica, el malikismo, bastante rígida, no van a hacer muy fácil la vía de la integración cultural. Sin contar con la radicalización de la tradición católica española y, en el caso de algunos de sus miembros, su rechazo hacia una evolución secular de la sociedad.
… Es imposible hacer como si el islam no existiera en Europa. Si bien no hay solución ideal, no se puede obviar la necesidad de institucionalizar esta religión, respetando la confesión de los inmigrantes y los fundamentos culturales de las sociedades europeas. Si Europa no se toma en serio esta cuestión, los movimientos radicales religiosos se aprovecharán de ello. Y nada sería más nefasto para Europa que una nueva guerra de religión.
Per distingir de forma radical islamisme i terrorisme, com segurament, i de forma oportunista, alguns faran, vegeu el següent video
Cap comentari :
Publica un comentari a l'entrada